Ética medica
·
Autonomía: Este principio nos pide ver a los
individuos como agentes con la capacidad de tomar sus propias decisiones cuando
cuenten con la información necesaria sobre los procedimientos a los que se les
va a someter, su propósito, y sus posibles riesgos y beneficios, así como las
alternativas que tienen. Así mismo, es importante que tengan presente que
pueden hacer cualquier pregunta sobre los procedimientos y que pueden
abandonarlos en cualquier momento. A partir de este principio se deriva la
práctica del consentimiento
informado. En caso de que el paciente no sea
competente, las decisiones las debe tomar el representante legal.
·
Beneficencia: Las investigaciones desarrolladas
tienen siempre que tener el propósito de beneficiar a los participantes o a los
futuros pacientes.
·
No Maleficencia: Es importante minimizar las
posibles daños a los participantes en las investigaciones o a los pacientes.
·
Justicia: Se deben de distribuir los
bienes y servicios buscando proveer el mejor cuidado de la salud según las
necesidades y promover el interés público.
Esta teoría no
pretenden presentar principios absolutos, sino que pueden entrar en conflicto
generando dilemas éticos. Como ejemplo tenemos las vacunas obligatorias: si se
obliga al paciente a vacunarse, se viola el principio de autonomía; si no se le
vacuna, se viola el de beneficencia. En caso de presentarse estos conflictos se
puede infringir justificadamente un principio si:
·
Hay mejores razones para optar por un principio que por otro
·
Existen posibilidades realistas de alcanzar el objetivo que justifica la
infracción.
·
La infracción elegida es la más leve, proporcional al objetivo principal
del acto
·
Se intenta minimizar los efectos negativos de la infracción
Cabe mencionar que
esta teoría no está exenta de problemas. Su principios carecen, por ejemplo, de
un fundamento ético y no hay un modelo de justificación bien definido para
resolver conflictos entre los principios. Sin embargo, en la práctica han
resultado ser muy eficientes, siendo una buena herramienta de trabajo
para deliberar y llegar a consensos a la hora de tomar decisiones ante los
diversos problemas éticos que se plantean en el campo de la salud.
Los principios
propuestos por esta teoría fueron formalizados como una manera de tomar
decisiones en los E.E.U.U. a partir de un documento conocido como el Informe Belmont creado
por la Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos de
Investigación Biomédica y del Comportamiento el 18 de abril de 1979.
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